Escribe Jaime Sandoval Espinoza
Data: 6 de agosto; 210.
Y el hombre hizo la vida”
“La Vida Artificial, materia de sueños y pesadillas, ha arribado”
The Economist, Mayo 22, 2010
Es asombroso: La noticia más extraordinaria del siglo y tal vez de toda la historia de la humanidad ha pasado casi desapercibida para la mayoría de la gente. Esto debería merecer una explicación.
En 1818 Mary Shelley, una escritora de apenas 20 años, concibió la alucinante idea de ensamblar partes de cadáveres e infundirles vida mediante descargas eléctricas, idea que volcó en una novela que desde entonces se ha hecho inmortal: Frankenstein. Shelley, sin embargo, no fue la primera que trató este tema. Los griegos, por ejemplo, crearon el mito de Prometeo y por ello, la célebre novela de Shelley lleva por subtítulo: El Moderno Prometeo.
En 1953 dos científicos, James Watson y Francis Crick, dieron a conocer al mundo el secreto mejor guardado de la naturaleza, culminando el esfuerzo de cientos de investigaciones durante más de un siglo: el código genético encerrado celosamente en las entrañas del núcleo de las células, en los cromosomas, tenía la forma de una doble hélice enroscada en una larga cadena con peldaños conocida como ADN, acrónimo del casi impronunciable nombre Acido DesoxiriboNucleico. Por este descubrimiento recibieron el Premio Nobel.
En 1990 empezó la carrera más fantástica y ambiciosa de la Biología. Los corredores fueron dos: la entidad pública Proyecto Genoma Humano auspiciado por el gobierno de los Estados Unidos y la empresa privada Celera Genomics fundada y dirigida por el doctor Craig Venter. La meta: decodificar el Genoma Humano; vale decir, descifrar el mensaje genético compuesto por aproximadamente tres mil millones de caracteres o letras (pares de bases A, C, G, T) que encierra la clave para construir un ser humano. La carrera, que se pensó terminaría el año 2005, acabó en un empate técnico en 1999 con un resultado sorprendente: el genoma humano “sólo” estaba compuesto por no más de 30 mil genes; es decir, tanto como los de un ratón. Se había dado por hecho que el genoma humano, súmmum de la creación, debería tener mucho más genes que el de las demás especies; sin embargo, no había sido así. El orgullo humano había sufrido una vez más un gran revés.
Pero lo que se pensaba que era el fin de la carrera no fue más que el inicio de otra de mayor alcance y profundidad. Se había logrado conocer el alfabeto del genoma y se había empezado a deletrearlo; ahora había que aprender a leer las palabras y el significado del libro.
Craig Venter, que ya tenía en su haber entre otros logros la síntesis de un virus, fue uno de los que se impuso la tarea prometeica de no sólo leer el libro de la vida sino que, jugando a ser Dios, compitiendo con la naturaleza y desafiando la incredulidad de la gente y el rechazo de colegas y de instituciones, decidió crear vida a partir de la materia inerte. Y, coincidentemente, el pasado 20 de Mayo, a 200 años del nacimiento de Charles Darwin, padre de la Teoría de la Evolución, él y el doctor Collins dieron a conocer al mundo haber logrado su propósito: el ADN de la bacteria Mycoplasma Genitalium había sido sintetizada utilizando únicamente elementos químicos, no biológicos. Implantado el ADN artificial en el núcleo vacío de la célula, ésta se puso a funcionar, a vivir y a reproducirse como cualquier célula normal. Craig Venter y su equipo, cual modernos Frankenstein, habían logrado lo que otros sólo se habían atrevido a soñar.
La noticia fue difundida durante algunos días por las revistas especializadas y muchos medios de comunicación; pero luego, otras noticias de interés más inmediato acapararon la atención de la gente. Al parecer, en medio de la multitud de noticias extraordinarias que recibimos diariamente, nuestra capacidad de asombro parece haberse agotado y ya no somos capaces de distinguir lo impactante de lo trascendente. El acontecimiento de la creación de la vida artificial a nivel bacteriano no ha sido comprendido en toda su dimensión y consecuencias. Vale la pena entonces hacer unas cuantas disquisiciones para tratar de entender el por qué.
Hace unos ocho o nueve mil años, grupos de humanos primitivos comenzaron a descubrir los secretos de la tierra y a producir en forma sistemática los alimentos necesarios para su supervivencia. De nómades pasaron a ser sedentarios. Nadie fue capaz de percatarse de que un nuevo conocimiento trascendental, la agricultura, había empezado a surgir entre los hombres, marcando un hito fundamental en la historia de la humanidad.
El nacimiento de niño en un pesebre hace dos mil años pasó desapercibido para el mundo, incluso para el reducido entorno de un pueblo sin importancia en un rincón de la Palestina; pero con el paso del tiempo, los hombres han identificado ese día como el punto de referencia de una nueva era, de validez universal.
La Toma de la Bastilla fue uno de los tantos acontecimientos que ocurrieron en Francia durante los turbulentos años que después serían conocidos como La Revolución Francesa. A nadie se le hubiera ocurrido pensar en ese entonces que ese tumultuoso acontecimiento quedaría marcado en la Historia como un cambio de época.
Un artilugio estrambótico que después sería conocido como máquina de vapor dio inicio a uno de los mayores cambios en el progreso de la humanidad, sin que nadie intuyera las enormes e increíbles repercusiones de dicho invento. La máquina de vapor marcó el inicio de la Primera Revolución Industrial.
En 1981 la IBM lanzó al mundo la primera computadora personal, masificando el uso de estos aparatos que antes ocupaban enormes espacios y consumían grandes cantidades de energía. La Era de la Información se consolidó con ese gran paso y su natural secuela de prodigios es lo que ahora empieza a ser conocido con diversos nombres: la era del conocimiento, la era de las máquinas inteligentes o la era de las máquinas espirituales. El nombre poco importa; lo importante son los cambios acelerados que está produciendo en la sociedad. Los cambios anteriores tardaron décadas y siglos en afectar la vida de los humanos dándoles tiempo para adaptarse. Los cambios actuales nos están agarrando desprevenidos ¡y no nos damos cuenta de ello!
Estos pocos ejemplos nos permiten esbozar una posible explicación del porqué el mayor logro de la ciencia y la tecnología en el campo de la Biología Sintética no haya merecido el reconocimiento adecuado de la gente ni de los medios de comunicación; algo que afectará al género humano desde sus raíces y para siempre. Por primera vez en la historia, la manipulación genética producirá especies vivientes “a la carta”. ¿Sueño o pesadilla? Ni lo uno ni lo otro. Es simplemente una realidad futura que nos está alcanzando y envolviendo sutilmente cambiando sin duda alguna nuestra forma de pensar sobre nuestra propia naturaleza y nuestro destino.
Más de uno considera que el logro del doctor Venter marca un antes y un después en la historia de la Biología. De las innumerables aplicaciones que ya se vienen haciendo, que están en proyecto o las inimaginables que están por venir, baste mencionar una para que tengamos un atisbo de su importancia. Muy pronto, los hijos podrán ser “diseñados” por sus padres, dotándolos con las características y potencialidades que consideren más deseables. Salud, fortaleza, inteligencia, belleza, rasgos físicos y una larga lista de etcéteras estarán a disposición o al capricho de la gente. Ante esta posibilidad ¿Quién será el padre miserable que no aproveche la oportunidad de tener hijos superdotados? El Mundo Feliz que intuyera el extraordinario pensador Aldous Huxley hace más de medio siglo, empalidece ante las reales perspectivas que la Biología Sintética ofrecerá dentro de poco a los humanos. Y, por otro lado, si los genomas de cada ser humano serán de conocimiento público ¿Quién será el empleador o la compañía de seguros que no discrimine a los que muestren características genéticas no deseadas? La carrera por la perfección humana llegará a límites insospechados. ¿Será el Superhombre de Nietzsche lo que nos depara el futuro o el Monstruo del doctor Frankenstein?
Vida 1.0 es la versión original de todos los seres vivientes hasta el presente. Dios o la Naturaleza la hicieron. La nueva versión 2.0 es la que los seres humanos han empezado a crear. ¿Será este software mejor que el anterior? O tendrá, como toda obra humana (inhumana o sobrehumana) sus fallos y sus consecuencias y serán necesarios parches y remiendos para que funcione “bien”. Y ¡OJO! No nos olvidemos de los miles de hackers que estarán al acecho para producir sus propias versiones de seres sintéticos.
Jaime Sandoval Espinoza La Molina, 6 de Agosto de 2010
[1] Este artículo es el tercero de la saga de tres escritos sobre el mismo tema. Los otros dos fueron: Dos Modernos Frankenstein (Abril de 2008) y Algún día seremos Dioses (Octubre de 2009).
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