Ave Caesar, morituri te salutant...
Suetonio (Claudio, XXI)
En marcha lenta, remera
una góndola lúgubre
orgullosa de su prenda
cruza lánguida y solemne
frente a San Marco en niebla
No lloraban luto tus balcones
Vendramin, del Canal doliente
Un corro de curiosas almas
puentes, ventanas y terrazas
sospechan la gloria moviente
El boga, de triste semblante
hería cadente las aguas
que al paso fúnebre místico
de su angustia, en proa remada
revolvía en ondas crecientes
La soberana carga inerte
revestida en caoba y lino
se abría paso majestuosa
De Monsalvat un cisne amigo
llevaba a un Lohengrin dormido
Inerte la expresión mortuoria
de Wotan, en fría mortaja:
reposa del drama y la escena
Y el boga de triste semblante
hería las aguas cadente
El recio féretro en el puerto
por multitudes asediado
al carruaje negro es llevado
Sobre un vagón hacia Bavaria
con gran honor depositado
Wotan, el del ojo cegado
lanza divina mercenaria
brioso potro alado de casta
Hacia ese Walhalla de Wahnfried
multitudes, coros arrastras
El último engendro sublime
en Parsifal ya te consagra
Bayreuth, festivales, Octubre
muchedumbres cantan y alaban
drama, redención acabada
Extenso cruzar de los Alpes
lluviosos los días dolientes
Cada estación llora y saluda
angustiada, fría y rugiente
a su dios inerte, durmiente
La negra masa dolorosa
de Siegfried siguió la carroza
Ventanas, balcones, terrazas
oriflamas, flores y telas
en himnos y gritos saludan
De lejos... ¡Oh aura brillosa!
Isolde una endecha ya canta
Brangänne, doncella valiente
oportuno consuelo busca:
Plañe a un Tristán solaz, durmiente
En esos jardines de Wahnfried
en dura madera adornada
reposa del héroe la gloria
Un abate ceremonioso
ante el féretro salmodiaba
En lo más hondo de esa fosa
bajo lustro mármol pesado
se esconde el féretro ostentoso
del último Welsung glorioso
Lápida gris y majestuosa
Dueño y Señor de tu Walhalla:
tu muerte solemne congrega
Walkirias guerreras del alba
cuando en toda tarde de Octubre
los coros aclaman tu fama
Las Ondinas custodias del Rhin
guardarán tu oro, tus dramas
partitas de diestro cayado
que en tiempo de ira robaste
a los Nibelungos malvados
Cósima, en luto mortuorio
heredera de ese pautado
esboza el futuro de honra
ante la gris loza, lustrosa
del Tristán callado, amado
Vive hoy el día de inocencia
natura redención, pecado
Declara piadoso Gurnemanz,
Parsifal, coros exaltados
en el jardín solo y profundo
Bello crepúsculo tu genio...
Por error confundí alborada
Dura paráfrasis que un Fauno
besando después tu féretro
proclamó así postrera fama
El inspirado esbozo de Liszt
Trazó profética góndola
de mortaja y premonitoria
al Gran Canal, esplendorosa
crepúsculo etéreo, glorioso
Himnos y nocturnos de Isolde
Canto celeste de Brangänne
En la espesura, en madrugada
la imagen del Tristán fulgente
¡viene así a tu encuentro amada!
Al alba, lenta, solitaria
la góndola lúgubre heroica
por Vendramin vacía pasa
y por San Marco pletórica
retorna de muerte, silente...
El boga, dolor en semblante
surcaba solemne el retorno
en las aguas calmas dolientes
al dios durmiente del responso
con la fama y gloria imponentes
Y en aquella tarde lluviosa
en crepúsculo, en horizonte
una sombra, alado caballo
cautivó su visión paciente
desde su góndola en poniente
En espesos nimbos grisáceos
la vio así volar rauda, hermosa:
Walkiria, amazona sagrada
¡Brünnhilde llevaba un cayado
y un recio héroe hacia el Walhalla!
*
A la majestad y memoria del maestro de Bayreuth, Richard Wagner.
El martes 13 de febrero de 1883, hacia las dos de la tarde, moría el compositor en Venecia, a los 69 años de edad. Los últimos días de su vida, transcurrieron placidos, afectados frecuentemente por accesos de su enfermedad cardiaca. Relata un biógrafo: "La imagen del Wagner veneciano en su último invierno es la de un anciano que acude a las tertulias en los cafés y se sienta frente a San Marco para recibir el calorcillo de un sol amable y dulce. Franz Liszt, su suegro, compuso una inquietante partitura premonitoria, La Góndola Lúgubre, inspirada en el traslado en góndola de los restos mortales de los venecianos fallecidos, rodeados por las turbias aguas de los canales. El 12 de febrero el pintor ruso Paul von Joukowski tomo el último apunte de Wagner. Algo indispuesto, el compositor permaneció en su gabinete la mañana del fatídico 13 de febrero. Tres días después, a la misma hora que el compositor había dejado de existir, salía del palacio de Vendramin-Calergi -residencia de Wagner en Venecia- un féretro adornado con cabeza de león. En la "góndola lúgubre" el cadáver llegó hasta la estación del ferrocarril. Cósima, su esposa, a pie y enlutada, seguía al cortejo fúnebre. Luego comenzó el viaje del cuerpo sin vida a través de Italia y Alemania. Comisiones y portadores de coronas esperaban el paso del tren en todas las estaciones. Ya entrada la noche del día 17, el tren llego a Bayreuth. La ciudad en masa esperaba el fúnebre convoy. Al día siguiente, tuvieron lugar las exequias con discursos de los ediles municipales, banderas a media asta y lampadarios cubiertas con gasas negras. El féretro fue enterrado, tras recorrer toda la ciudad, en la fosa dispuesta detrás de Wahnfried, que significa paz de la ilusión, casi al borde del jardín real.
Liszt, que se hallaba en Budapest, no pudo asistir al entierro
Asistieron al mismo, miembros de los patronatos Wagner, las fuerzas vivas de Bayreuth, una representación del Rey Ludwig II, amigos y colaboradores. La loza de su tumba, de mármol gris, no tiene inscripción. Forma un ligero túmulo, rodeado de hiedra. Tilos y celindas otorgan al lugar penumbra, silencio y aroma. Cada año, al iniciarse el festival, el coro canta ante la tumba su homenaje de consuelo y esperanza, pues en este estático espacio, en palabras de Gurnemanz (tomadas de la última opera Parsifal), "vive hoy su día de inocencia la naturaleza redimida del pecado"
Controvertido póstumamente, sus detractores y seguidores no cesaron de hablar acerca del “caso Wagner” como lo planteara de esta forma Nietzsche y como apuntara Debussy, señalándolo como un ocaso confundido por amanecer en la nueva era musical.
La imagen etérea de la Walkiria Brünnhilde eleva en esta semblanza las partituras en forma de báculo junto al cadáver del proclamado Sumo Sacerdote del drama moderno alemán en apoteosis hacia el Olimpo nórdico.
Descansa así en paz el Maestro de Bayreuth, padre de las huestes del Walhalla, el atribulado trovador de Venus...
Salve Cesar (o Emperador), los que van a morir te saludan
*
Lima, 03 enero de 1999. A los 116 años de su muerte.
Luis Adolfo Siabala
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